miércoles, 9 de enero de 2019

La construcción de Don Juan, de Zorrilla.

Cuando Zorrilla decide escribir su versión de Don Juan, se está enfrentando a un mito. Al plasmar su versión de Don Juan, es consciente que debe utilizar estos tres elementos fijos para  la tradición de Don Juan:

1)              La DOBLE INVITACIÓN

Un joven que entra en contacto con la muerte, desafía a la muerte y la muerte lo invita y entrando él en el territorio de la muerte.


2)              El CASTIGO FINAL

Desde un punto de vista antropológico, debe considerarse que en la segunda invitación de la muerte, el joven está recibiendo una seria advertencia que decide ignorar.


3)              El CASTIGO TERRENAL y el CASTIGO DIVINO.

El joven no respeta a los muertos y tampoco a los vivos. El castigo divino entra en acción cuando hay evidencia de una falta de respeto hacia el más allá.
¿Se trata también, pues, de una falta de respeto hacia los vivos? La respuesta es sí.
Don Juan experimenta un enorme placer cuando engaña a las mujeres y hay que destacar que el hecho de engañar es propio de los humanos. El castigo de la inmoralidad de Don Juan viene dado por infligir una ley terrenal y tiene como consecuencia un castigo en el mundo de los humanos.
Es curioso anotar cómo los castigos que se imponen al Don Juan romántico de Zorrilla son completamente distintos a los de Don Juan tirsiano del Siglo del Oro. De hecho, en el caso de El Burlador de Sevilla, Tirso canta a la monarquía e inserta en la obra al rey como garante de la justicia terrenal. En caso de fallo de la justicia de los hombres, interviene la justicia divina, que tiene la función de reconstruir el orden social y castigar a los malos. Es el caso de Don Juan. Son los engañados que piden la intervención divina vista como máximo grado de justicia posible.


En el caso de Don Juan Tenorio, Zorrilla elimina la figura del rey y construye una versión más democrática del poder divino, en donde la justicia divina interviene por sí sola. Es importante destacar que la intervención de Dios no tiene como objetivo reformar la sociedad, sino encontrar una solución para una persona, Don Juan: el engañador pide la intervención divina a través de Doña Inés. Si ahora es Don Juan que pide ayuda al cielo, ¿Quién es el malo? La sociedad, obviamente, convirtiendo de tal manera Don Juan en el héroe romántico, asocial por antonomasia.


La profesora de literatura española Mary Estrada explica en este breve video las similitudines y diferencias entre el Burlador de Sevilla y Don Juan Tenorio:

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